Cuando el comercio realmente se convierte en una habilidad para sobrevivir, la persona ya no tiene inquietud, solo queda una tranquilidad. No es necesario demostrar nada a nadie, ni dejarse llevar por las fluctuaciones del mercado. En el corazón, hay una claridad como un espejo, sabe cuándo es el momento de actuar y cuándo esperar. Ya no sueña con hacerse rico de la noche a la mañana, ni codicia el premio de una única operación, sino que se comporta como un agricultor honesto, sembrando, esperando y cosechando de manera ordenada, con su propio ritmo.
¿Acaso se puede considerar que se ha gana
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